Entre Otras Páginas: El pensionado de Neuwelke
- en abril 20, 2014
- por Lady Hachi
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El pensionado de Neuwelke (José C. Vales, Editorial Planeta, 2013) es una de esas novelas que quise tener en cuanto la vi en una librería. Antes incluso de cogerla para ojear la sinopsis ya sabía que era el tipo de historia que me iba a gustar. La portada, en tonos grisáceos y negros, mostrando una verja que se abre, y al fondo el torreón del pensionado surgiendo de la lluvia y la niebla ya eran suficientes cartas de presentación para mí. Cuando la cogí de la estantería y le di la vuelta para leer la contraportada, no hice más que convencerme de ello. Dice así: «El pensionado de Neuwelke es la historia de una joven institutriz francesa aquejada de una rara y terrible afección que la convierte en una proscrita. Tras recorrer Europa huyendo de un implacable exorcista, la maestra llega al Pensionado de Señoritas de Neuwelke, en los gélidos y desolados parajes de Livonia. Allí, por fin, Émilie cree haber encontrado el sosiego y la paz que anhelaba: el propietario del colegio, los profesores, las damas de compañía y las alumnas, junto a un viejo y malhumorado jardinero escocés, conforman un paisaje humano en el que la amistad, la generosidad y la honradez se verán forzadas a luchar contra los celos, las ambiciones y el fanatismo. Una gran novela que rinde homenaje a la mejor literatura decimonónica«.
Creo que no destriparé a nadie la novela – puesto que ya se menciona en la solapa-, si aclaro que esa rara enfermedad se refiere a el caso de doppelgänger más famoso y documentado. Este término alemán se refiere al «doble fantasmagórico de una persona viva«.
No me decepcionó, aunque reconozco que resultó más oscura y triste de lo que había esperado. Merece la pena leerla, y os la recomiendo. Es una historia diferente, con personajes muy bien dibujados, cada uno con sus miedos, sus pasiones, sus equivocaciones, sus amarguras… Y, entre todo ello, nos encontramos con la grata sorpresa de leer aquí y allá el nombre de Jane Austen. José C. Vales ha sido el traductor de la edición de Espasa-Calpé, Austral (2012) de Orgullo y Prejuicio, y en su primera novela le rinde homenaje, dejando caer las obras de la autora en manos de una de las alumnas del pensionado:
«La joven Sönkee Buttegereit-Dientzenhofer estaba recostada en un sofá de su habitación, con la espalda doblada y casi apoyada en el asiento, con las piernas indecorosamente cruzadas sobre un escabel. Se encontraba junto a la chimenea, embebida en la historia de una joven guapa, inteligente, y rica, que vivía en una casa muy agradable…
– Sönke Buttegereit-Dientzenhofer, hazme el favor de ponerte derecha. ¡Y no cruces las piernas de ese modo, por Dios! ¿Es que esa señorita Amalia Vi no te enseña nada?- exclamó la señorita Augusta Dehmel, ejerciendo de tirana personal y privada de la muchacha.
– Humm…No sé qué pensar de Emma Woodhouse, Augusta. ¿Crees que hace bien al…? – preguntó Sönke, sin prestar mucha atención a la reprimenda de su maiden.
– No creo nada, querida. La verdad es que ese tipo de lecturas nunca me han interesado, y, francamente, no creo que sean las novelas más apropiadas para una señorita (…)
– ¿Quién os recomienda esas novelas? Siéntate bien.
– El señor Whimple (…).
– No sabía que al señor Whimple le gustaran esas novelas de cotilleos fememinos.
– ¡No son cotilleos, Augusta! Son…vaya, ahora no lo recuerdo… ¿Cómo dijo el señor Whimple? Son… ‘retratos sarcásticos de la buena sociedad inglesa’ (…).
– Bueno, ¿y de qué trata?
Sönke cerró el libro, dejando el dedo índice de su mano izquierda en la página por la que iba leyendo, y entrecerró los ojos al mirar el fuego que crepitaba en la chimenea. El pelo rojo de la muchacha era más infernal que nunca.
– No sé… pese a lo que dice el profesor Whimple, yo creo que esta novela trata de un grupo de personas que se hablan pero no se entienden. Todo son malentendidos, precisamente porque son incapaces de decirse unos a los otros, claramente, lo que piensan… Es extraño. Aún no lo he terminado, pero yo creo que la protagonista está enamorada de un caballero, aunque ambos son incapaces de admitirlo y de decirlo. Si yo men enamoro algún día de un hombre, se lo diré inmediataamente. ¿No crees que eso es lo mejor, Augusta?«, (pp. 64-65).
La joven Sönke no sabía hasta qué punto su reflexión estaba hecha a la medida de la señorita Ausgusta Dehmel.
¿Os vais a quedar con las ganas de descubrirlo? Os animo a traspasar las puertas del pensionado y encontraros con la inquietante Émilie Sagée, el romántico David Whimple, la severa Augusta Dehmel, la alocada Sönke y su grupo de amigas…, y mucho más.
¡Ya me comentaréis!