Entre otras páginas: La juguetería errante…, y el janeusteniano indignado
- en mayo 30, 2014
- por Lady Hachi
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Impedimenta es una de mis editoriales favoritas, por su trabajo cuidado y diferente (si habéis tenido entre las manos uno de sus libros sabéis a lo que me refiero), pero también por sus títulos, por supuesto. Tiene un catálogo amplio y original. Ya estaban en mis estanterías algunas de sus obras como Soy un gato, de Natsume Soseki; La librería, de Penélope Fitgerald; o la imprescindible Hija de Robert Poste, de Stella Gibbons. Comprar La juguetería errante, de Edmund Crispin era una apuesta bastante segura, lo que no me esperaba es que viniera con sorpresa añadida, de esas que tanto me gustan.
La juguetería errante es una novela de detectives, pero no diría que es una novela de detectives al uso. Es divertida, y sus protagonistas absolutamente disparatados. Para que os hagáis una idea del argumento, os transcribo la reseña de la contraportada:
«Cuando el poeta Richard Cadogan decide pasar unos días de vacaciones en Oxford tras una discusión con el avaro de su editor, poco puede imaginar que lo primero que encontrará al llegar a la ciudad, en plena noche, será el cadáver de una mujer tendido en el suelo de una juguetería. Y menos aún que, cuando consigue regresar al lugar de los hechos con la policía, la juguetería habrá desaparecido y, en su lugar, lo que encontrarán será una tienda de ultramarinos en la que, naturalmente, tampoco hay cadáver (…)«.
La historia está narrada con un gran y peculiar sentido del humor, pero la «gran» sorpresa me llegó en el capítulo 4, que se titula: «El episodio del janeausteniano indignado». Nuestros dos hilarantes detectives están en un bar y proponen un juego para pasar el tiempo: «(…) ¡Personajes de ficción detestables! Ambos jugadores deben estar de acuerdo en la solución, y cada jugador tienen cinco segundos para pensar en un personaje. Si no lo consigue, pierde el turno. Deben ser personajes que el autor haya intentado infructuosamente que resulten simpáticos (…)
– Esos odiosos charlatanes, Beatrice y Benedick!
– Vale. Lady Chatterley y el tío ese guardabosques.
– Vale. Britomart, la de La Reina de las Hadas.
– Vale. Casi todos los personajes de Dostoievsky.
– Vale. Eeeeh…eeeeh…
– ¡Te gané! -dijo Fen triunfalmente-. Has perdido turno. Esas vulgares zorrillas cazamaridos de Orgullo y prejuicio (…)».
Que nadie se ofenda, por favor, reconoced que la descripción se ajusta a Lidia como anillo al dedo. Os prometo que yo me reí a carcajadas…
El capítulo no termina ahí, porque la conversación está siendo escuchada por un «janeausteniano indignado», que se acerca a nuestros protagonistas interpelándoles así: » (…) seguro que he escuchado mal. Pero dígame, por favor, que no estaba usted hablando irrespetuosamente de la inmortal Jane Austen».
Y…, hasta aquí puedo contar. Si queréis saber como termina el capítulo y qué pasó con el cadáver de la NO-juguetería, tendréis que leer el libro. Yo os lo recomiendo.
María
Bueno… A mí me ha hecho gracia porque un poquillo zorr… sí que son, sobre todo Lidia, o no??? jajajaja
La verdad es que Impedimenta tiene unas ediciones preciosas, de momento la única que tengo es La buena novela de Laurence Cossé pero me han tentado tantas veces… u.u
Lady Hachi
🙂 Sí María, ya te digo que yo me reí mucho con la ocurrencia, bueno con todo el diálogo en realidad. Las ediciones de Impedimenta junto con las de Editorial d’Epoca con una tentación continua…