¿Esculturas con libros?
- en junio 25, 2016
- por Lady Hachi
- en General, Ilustradores, Orgullo y Prejuicio
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Soy partidaria de dar nueva vida y uso a las cosas, reciclar -no solo llevando el papel al contenedor azul- es algo totalmente necesario. También creo que hay que hacerlo con los libros, ¿por qué no? Desengañémonos, hay palabras escritas que ya nadie quiere leer y que sucumbirían en una tumba de polvo y olvido si alguien no les diera una nueva vida y las convirtiera en centros de mesa, e incluso lámparas. Sé que habrá más de un bibliófilo que se lleve las manos a la cabeza, pero yo misma tengo un centro hecho con libros y flores artificiales que me encanta, probablemente porque el «De Aventuren van Gerard Gale» – con el que está hecho- y yo, ni habíamos sido presentados, ni nos hubiéramos llevado bien.
Pero claro, otra cosa es ver esto y no llenarte de sentimientos encontrados:
Fue una imagen que encontré por facebook y no puedo deciros de dónde proviene, si se vende, quién la hace, ni más datos salvo que esta «preciosidad», porque bonito es -no lo vamos a negar- está hecha a base de podar una edición de Pride & Prejudice de 1945, illustrada por Robert Ball y publicada por Doubleday & Company. Es verdad, que no es una de sus ediciones más valiosas, si hablamos en términos económicos, pero el libro en sí ya es una obra de arte.
Leer más»Juegos de sombras
- en mayo 13, 2015
- por Lady Hachi
- en Con nuestra propia pluma, General
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Si nunca te has visto privado de tu sombra, puede que seas incapaz de responder aquella pregunta que se hacía un poeta argentino : “¿Nos olvidamos, a veces, de nuestra sombra o es que nuestra sombra nos abandona de vez en cuando?”(*).
Yo, después de todo lo vivido con la mía, lo tengo claro. Es lo segundo, no tengáis la menor duda.Y es que, admitámoslo, algunas veces somos tan planos, tan monocordes, tan….aburridos, que hasta nuestra propia sombra se harta de nosotros y huye. No todos tenemos una Wendy que la sujete con puntadas a nuestros pies. Y eso que la sombra de Peter no debía aburrirse nada con su dueño. La mía, sí. La mía bosteza y ronca, y se arrastra resignada. No la culpo. Yo también me aburro. La existencia de una solterona de cincuenta y varios, en un pueblo tan pequeño como el mío, no admite los calificativos de “emocionante”, “sorprendente” o tan siquiera “singular”. ¡Oh, no es que no tenga cosas que hacer! Puedo jurar que desde que me levanto a las siete de la mañana, hasta que puntualmente me meto en la cama a las diez y media, no hay un minuto de mi día en el que no tenga algo que atender. Las mañanas las dedico enteras a desempolvar el viejo caserón en el que vivo. No es que me guste, pero es una herencia, y no tengo otro sitio donde ir. Mi tía me lo legó en agradecimiento por los veinte años que pasé cuidándola. Ella estaba impedida y necesitaba ayuda permanente, y yo no tenía a nadie más. Ni padres, ni hermanos, ni abuelos. Solo ella. Así que yo le estaba muy agradecida por permitirme vivir a su lado, pese a que pecara de exceso de carácter, por decirlo de alguna forma. Ya hace cuatro años que murió y no puedo evitar pensar que desde el más allá me vigila para que siga haciendo las cosas tal y como a ella le gustaban: “Levantarse tarde no es de personas decentes. El tiempo que Dios nos da es para emplearlo en cosas productivas, no para que andemos vagueando en la cama. Arriba, niña – me llamó niña hasta el último minuto-, hay que limpiar el polvo de todos los cuartos, lavar las cortinas, abrillantar la cubertería, desbrozar el jardín”. Y así todos los días, todos los meses, durante los veinte años que viví con ella.
Pero no todo el tiempo se me iba, ni se me va, en limpiar. Las tardes siempre han sido verdaderamente productivas: lunes, miércoles y viernes se reúne en casa el Círculo de Punto de Cruz. Son las viejas amigas de mi tía. Las pobres ya casi no ven, y realmente más que dar puntadas en la tela lo que hacen es darle a la lengua cosiendo a chismes todo el pueblo. Podría decirles que realmente siempre he odiado el punto de cruz y que ahora que la tía no está, doy por clausurada esta ridícula sociedad. Pero sé que a ella no le gustaría, y aunque mi sombra se pierda de vez en cuando, os aseguro que la suya parece perseguirme continuamente. Por eso tampoco he dejado de ir los martes y los jueves al Grupo de Voluntarios para la Conservación y Mantenimiento de Nuestros Jardines, ni los sábados al Coro Parroquial, aunque lo cierto es que me traen sin cuidado las petunias del parque y nunca he tenido el más mínimo talento musical. Lo que pasa es que a la gente de este pueblo le sobra el tiempo, y se da por sentado que a una solterona como yo le sobra más tiempo que a nadie.Esa es mi vida, y si ya me parece poca cosa siendo la protagonista, ¿qué será vivirla tan solo como la sombra de mí misma? Sobrecogedor pensamiento. Por eso nunca he podido culparla cuando a ratos se perdía y me dejaba sola. Sé que algunas veces, sobre todo durante las infinitas reuniones de punto de cruz, ha tenido que retorcerse y hacerse un nudo en la boca para no aullar de frustración. Pero lo de la última vez, hace cosa de seis meses, fue preocupante, y ya no pude dejarlo pasar por alto. Durante tres mañanas seguidas barrí cuidadosamente los doscientos cincuenta escalones de casa, desde el ático al porche, sin que se dignara estar en la pared, como solía. Siempre me ha parecido una de las tareas de limpieza más entretenidas, porque al mirarla me daba la impresión de que bailaba abrazada a la escoba, y así me amenizaba la tarea. Pues como digo, durante tres mañanas enteras no apareció, y durante tres tardes completas tuve que salir sin ella, y arriesgarme a ser la próxima comidilla del Círculo. Al cuarto día, yo ya estaba realmente angustiada. No podía ser tan desvergonzada, tenía que haberle pasado algo, seguro, segurísimo. Y me puse a hacer memoria, para concretar en qué momento y lugar la vi por última vez. Tras pensarlo detenidamente, llegué a la conclusión de que el último día que la vi fue el lunes por la mañana, mientras sacábamos el polvo a la porcelana del aparador, en el segundo piso. Sí, fue entonces, así que me dirigí decidida al mencionado aparador. Abrí las vitrinas y recorrí todas las figurillas por si se escondía detrás de ellas. Nada, ni rastro. Entonces pensé que quizás se había ocultado en los cajones mientras ordenaba las mantelerías. Los registré uno por uno, pero estaban desiertos de sombra alguna. En ese momento, reparé en que la puerta de la biblioteca estaba entreabierta. La biblioteca es la única habitación que casi nunca se abre. Solo en dos ocasiones al año, cuando una señora del pueblo viene para ayudar con la limpieza general. A mi tía no le gustaba entrar allí. La biblioteca había pertenecido a mi tío, que murió cuando yo era pequeña. Según tengo entendido, era un lector empedernido, algo que nunca gustó a la tía, que consideraba que todas las horas que pasaba allí su marido eran una tremenda pérdida de tiempo. Extrañada, entré en la estancia, que estaba casi a oscuras, a pesar de los grandes ventanales que la presiden, pues las pesadas cortinas estaban siempre echadas. Allí la encontré, sentada delante de una de las estanterías abarrotadas de libros. Ni siquiera me miró cuando entré. Permaneció inmóvil, en la misma postura. Al final, opté por ir junto a ella y sentarme a su lado, lo cual me resultó muy extraño. Una no espera nunca tener que ir detrás su sombra, cuando lo normal es justo lo contrario. Pero allí nos quedamos las dos, mirando los lomos de los libros un buen rato. Se me ocurrió entonces, que quizás lo que quería era echarle un vistazo a alguno de ellos, y que obviamente sin mi ayuda no podía. Pensé que tampoco sería tan malo si la complacía, así que tomé el volumen que tenía más a mano y le dije: “¿Diez minutos solo, vale?”, y comencé a leer Ivanhoe en voz alta. Lo cierto, debo confesarlo avergonzada, es que esa mañana no terminé de limpiar los cristales, ni de quitar el hollín de la chimenea. Pasaron dos horas enteras antes de que pudiera soltar el libro. Desde entonces, mi sombra y yo tenemos un acuerdo. Todos los días robamos un par de horas para perdernos entre los libros. Sé lo que pensaría mi tía, pero ¡es tan divertido no ser yo durante un rato! En los últimos meses he surcado mares como corsario, servido en las cruzadas junto al Rey Ricardo, me he batido en duelo con los hombres de Richelieu, he aprendido a bailar el vals, y he paseado por los jardines de Pemberley. Mi sombra está encantada, sobre todo desde que he dado un paso más. Ya no me valía imaginarme como protagonista de esas historias, quería sentir cómo sería convertirme realmente en un personaje de las mismas. Así que por las noches, cuanto termino mis tareas, me dedico a coser. Y tengo que reconocer que, aunque pasearse por casa con la vieja espada del abuelo a la cintura no es muy cómodo, ni las calzas y el jubón son muy favorecedores, los vestidos de baile, los tocados y los chales me sientan genial. Y a mi sombra, también.
Continuará…
(*) Oliverio Girondo
- Esta historia está publicada también en un blog que comparto con unos amigos, Peripecias en la Azotea, pero quería compartirla aquí porque he creído que algunos de vosotros -sobre todo los que seguisteis las desventuras de Navío-, os puede gustar. Os animo de todas formas a pasar por el otro blog, y ver el trabajo de mis compañeros. Os gustará, seguro.
Del hombre feo, fuerte y formal
- en febrero 15, 2015
- por Lady Hachi
- en Con nuestra propia pluma, General
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Si dijéramos que Navío se subió al avión de regreso a Madrid con las ideas más claras de lo que las tenía cuando lo hizo para lanzarse a la aventura, mentiríamos, y eso es algo muy feo, aunque seas el narrador de una historia. Especialmente si lo eres. La pura verdad es que nuestra joven heroína regresaba a su casa con el espíritu confuso, agitado y francamente revuelto. No ayudó a que aterrizara en Barajas con más presencia de ánimo el hecho de que las dos horas y media que duró el vuelo las turbulencias se ensañaran con el avión cual barman con una cocktelera en la mano. Cuando por fin el trayecto llegó a su término y se encontró delante de la cinta de equipajes, con su maleta recién rescatada en la mano, Navío no tuvo fuerzas más que para sentarse encima de ella y quedarse mirando cómo el resto de pasajeros se hacían con sus bultos y escapaban rápidamente hacia la puerta de salida. Al final, en la cinta solo quedó un bolso floreado, que solitario repetía el mismo camino una y otra vez, en un bucle infinito, como los pensamientos de Navío, que se centraban de forma persistente en las últimas palabras del sevillano: “no me cabe la menor duda de que conseguirás todo lo que te propongas”.
Durante los cincuenta minutos que Navío permaneció allí sentada, pudo constatar varios hechos:
– Uno: que quedarse mirando embobada la cinta de equipajes de un aeropuerto no es delito, pero puede suscitar la suspicacia de la policía.
– Dos: que no es nada agradable el hecho de que te confundan con ninguna de estas cosas: a) una terrorista; b) una enajenada; c) una mujer abandonada por su novio, prometido, marido o ejemplar del género masculino que sea.
– Tres: que lo que de verdad, real y verdaderamente siempre había deseado desde el fondo de su corazón había sido pasarse la vida entre libros.
Esto último, apareció en su mente como una revelación, mientras la policía del aeropuerto le devolvía su dni, y la instaba de forma poco amable a largarse. Su verdadero propósito en esta vida era ser librera, y si no lo había reconocido antes era porque, por muy de protagonista de novela decimonónica que resultara, no le apetecía quedarse completamente huérfana, y era de esperar que a Fermín Fernández le diera una apoplejía cuando su hija se lo dijera. Por tanto, en el taxi de camino a su casa, Navío preparó mentalmente su discurso. Tendría que ser muy inteligente para conseguir que su padre la escuchara, y evitar al mismo tiempo cualquier posible amago de infarto. Pero, acordándose de las palabras de Manuel, sintió con total seguridad que lo conseguiría.
– ¡Como que me llamo Navío Fernández Smith! – exclamó en voz alta y con el puño en alto.
El taxista, mirándola con ojos como platos por el espejo retrovisor, le preguntó si estaba ensayando para alguna obra, o si acaso se estaba medicando, y Navío decidió que sería mejor acabar de ultimar los detalles de su plan en un discreto silencio.
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Historia de los Austenitas, por Mª Carmen Romero
- en febrero 08, 2015
- por Lady Hachi
- en Con nuestra propia pluma, General
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Este febrero nos llega cargado con una más que agradable sorpresa: Historia de los Austenitas: Crónica de los aficionados en español a Jane Austen, escrito por Mª Carmen Romero y que podéis encontrar ya en pre-venta en Amazon, en versión electrónica para kindle.
Si alguna vez te has sentido como un «ente» extraño, un «bicho» aislado, una criatura solitaria en tu entusiasmo por Jane Austen, si has pensado que nadie más compartía tus mismos sentimientos y tu pasión por esta autora, estás de enhorabuena. Con este libro descubrirás que, además de no estar solo en tu austenismo, los aficionados en español a a la obra de Jane Austen tenemos incluso una historia considerable a nuestras espaldas. Mª Carmen Romero, una de las administradoras de El Salón de Té y El Sitio de Jane, se ha encargado de hacer un recorrido por ella, desde los años oscuros hasta el boom de los últimos años, en el que gracias a internet hemos logrado formar una pequeña gran familia, de la que me siento orgullosa de pertenecer.
Esta historia fue publicada por entregas en el blog Hablando de Jane Austen, y ahora se nos presenta revisada y enriquecida con el maravilloso arte de Almudena Romero. Estoy segura de que sus ilustraciones harán la lectura aún más interesante. Así que ya sabes, si hablas español y eres austenita, este libro no puede faltar en tu lista de lectura.
De lo que puede dar de sí una breve tregua
- en febrero 01, 2015
- por Lady Hachi
- en Con nuestra propia pluma, General
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Viendo cómo Manuel se manejaba en aquella ciudad extraña, Navío no pudo menos que envidiar su soltura. Una visita a la oficina de turismo, un pequeño plano y algo más de media hora, fue lo que necesitó el sevillano para llevarlos hasta un pequeño bed & breakfast, no muy alejado del centro. Y mientras esperaban en la recepción desierta a que alguien acudiera al toque de un anticuado timbre Manuel, observando a Navío, no pudo evitar admirar la capacidad de la chica para recomponer su estado de ánimo. Con los codos apoyados en el mostrador, y la mirada absorta en el floreado papel de la pared, ella tarareaba algo por lo bajo, mientras taconeaba suavemente, como marcando el compás. Era la viva imagen de la despreocupación, y el joven le envidió esa capacidad de salir a flote con una sonrisa, que en ella parecía algo innato.
Finalmente la encargada acudió, y Manuel pudo pedir dos habitaciones para esa noche. Mientras cogía las llaves y firmaba el registro, se le pasó por la cabeza que aquella era la típica situación en la que en una de esas novelas que tanto gustaban a las mujeres, los personajes se hubieran visto obligados a compartir habitación, y él hubiera terminado durmiendo en la alfombra del suelo, el sofá, o la bañera. Cuando abrió la puerta del pequeño cuarto y comprobó el polvo antiquísimo que cubría la moqueta, se asomó al baño y vio que no había bañera sino ducha, y constató que aparte de una silla y una cama diminuta no había más mobiliario en la habitación, se alegró mucho de no estar en una de esas novelas, porque probablemente hubiera tenido que dormir de pie, apoyado en el perchero. Habían quedado en una hora, para darse tiempo a descansar un poco antes de ir a buscar algo para cenar, pero tras refrescarse un poco, salió y cruzó el pasillo para llamar al dormitorio de Navío. Aquel sitio era deprimente, y sintió la urgencia de escapar de allí cuanto antes. Al otro lado de la puerta, la voz de Navío preguntó “¿quién es?”. Él contestó divertido:
– ¿Tú quién crees que puede ser? ¿El servicio de habitaciones de este lujoso hotel? ¿O acaso tienes muchos conocidos aquí aparte de mí, y esa venerable escritora a la que pretendemos visitar mañana?
La puerta se abrió de par en par, y Navío apareció con los brazos en jarras:
– Oye, menos guasa, pitorreo conmigo vale, pero con Jane Austen no.
El sevillano se cuadró, a lo militar y exclamó:
– ¡A la orden, mi sargento!
Navío, enfadada, iba a darle con la puerta en las narices, pero él, reaccionando con rapidez, se coló en su cuarto y esta vez, con seriedad, dijo:
– Vamos, lo siento, de verdad. No pretendía ser un estúpido.
– Eso es lo malo, que sin pretenderlo te sale de vicio – replicó ella rápidamente, y al punto se llevó la mano a la boca- ¡Oh Dios!, lo siento. Yo tampoco pretendía decir eso. Soy un poco bocazas.
– ¿No me digas? – inquirió Manuel enarcando una ceja-. Venga, habíamos firmado una tregua, y este sitio es lo más triste que he visto desde…, bueno, ni me acuerdo. Salgamos a dar un paseo. Aún nos queda un par de horas de luz para disfrutar de la ciudad.
Navío asintió, y cogió el bolso. Ambos salieron a la calle con la extraña sensación de que escapaban de una prisión. Echaron a andar sin rumbo fijo, y tampoco sin preocuparse por mantener una conversación. Puede que, por primera vez desde que se conocieron, el silencio no fuera el sustituto incómodo a las batallas verbales que solían tener, sino solo un espacio cómodo que compartir. Llevaban así un tiempo, cuando al doblar una esquina se encontraron con una librería de segunda mano, y Navío se empeñó en entrar. Vagaba entre las estanterías, acariciando los lomos maltratados de los libros, y con la mirada perdida y absorta de quien ha entrado en un espacio privado. Manuel la miraba, y aunque sintió la tentación de pincharla preguntándole qué encontraba de interesante en libros que no podía leer, se mordió la lengua sabiamente, porque supuso que podía herirla y porque, aunque no fuera el caso, quería disfrutar un rato más de aquel nuevo estado de su relación con ella. No pudo evitar propinarse una bofetada mental ante la ocurrencia del término que acababa de pensar “relación-con-ella”, pero aun así continuó observándola en silencio. Se había parado en una esquina, delante de una estantería de caoba, encima de la cual un cartel rezaba: Jane Austen. En las desvencijadas baldas, se apretaban unos contra otros medio centenar de ediciones de la autora, como reclamo para los turistas. Algunas eran ediciones modernas, en pasta blanda, con las esquinas dobladas y alguna que otra mancha de té – o a saber de qué- en las portadas. Otras, sin embargo, eran verdaderas reliquias. Encuadernaciones en tela, con los cantos dorados, y recargadas decoraciones imitando flores, y plumas de pavo real. Ediciones que tenían más de un siglo de vida, y que olían a historia y a papel rancio. La esencia de los sueños de Navío. Se entretuvo escudriñándolos, pero sin coger ninguno, hasta que su atención quedó atrapada por uno en particular. Con cuidado lo liberó de la cárcel que suponía el reducido espacio en el que se encontraba, entre un Mansfield Park y un primer volumen de Sense & Sensibility. Lo sostuvo con mimo, era una edición de 1907 de Northanger Abbey en tela verde, con los cantos dorados. La portada representaba un diseño floral con una cesta el centro. El volumen estaba ilustrado por el famoso Charles Brock, y los ojos de Navío relucieron con entusiasmo al contemplar las imágenes a color. De repente, pareció volver a la realidad y giró la cabeza en busca de su acompañante. Lo encontró detrás suya, apoyado un hombro en la pared, los brazos cruzados, en sus labios una sonrisa extraña, entre tierna y renuente. Navío tomó nota mental de todo ello rápidamente, pero no dijo nada y le tendió con cuidado el volumen. El sevillano lo cogió y lo hojeó durante un largo minuto.
Leer más»Chris Hammond, la gran ilustradora de Jane Austen
- en enero 14, 2015
- por Lady Hachi
- en General, Ilustradores
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Tras el nombre de Chris Hammond, se esconde en realidad Christiana Mary Demain Hammond (1860-1900). Esta artista, contemporánea de otros grandes como Hugh Thomson o los hermanos Brock, fue la mano que ilustró, para mi gusto, algunas de las ediciones más bonitas de las novelas de Jane Austen. Si Hugh Thomson tuvo el honor de trabajar en la famosa Peacock Edition de Pride & Prejudice, Chris Hammond firma los dibujos y grabados a tinta de estas maravillosas ediciones de Emma y Sense&Sensibility, publicadas por George Allen en 1898 y 1899, respectivamente:
Leer más»Resultados del sorteo de Navidad
- en enero 01, 2015
- por Lady Hachi
- en General
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¡Feliz Año Nuevo querid@s austenit@s!
Tal y como prometí, comenzamos 2015 anunciando los resultados del sorteo. Ante todo, gracias por haber participado y por vuestros comentarios. Y ahora, os dejo unas imágenes del «duro» y «complicado» proceso para obtener los ganadores, llevado a cabo por una pata, digo una gata inocente 😀 … ¡Nos ha llevado un buen ratito!
Y el resultado finalmente ha sido:
Para titania11@yahoo.com.ar el marcapáginas de Orgullo y Prejuicio.
Para balirosenqvist@gmail.com el de La Abadía de Northanger.
Para mavferna@ucm.es el de Mansfield Park.
¡Felicidades! Os enviaré un correo para que me proporcionéis vuestras direcciones para el envío.
Y al resto, seguid disfrutando de estos días de fiesta, porque, como dice Haku, ¡la Navidad mola!
Sorteo de Navidad
- en diciembre 16, 2014
- por Lady Hachi
- en General
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Querid@s austenitas,
Aprovechando que hoy celebramos el 239 cumpleaños de Jane Austen, y que las fiestas navideñas están a la vuelta de la esquina, quiero anunciar una pequeña sorpresa: el sorteo de estos tres preciosos marca páginas, con motivos de diferentes ediciones de tres de las obras de Jane Austen: la famosa «peacok edition» de Pride&Prejudice, la portada que hizo Marvel para el primer número de su adaptación al cómic de Northanger Abbey y-puesto que estamos finalizando la celebración de su bicentenario- esta maravillosa ilustración de Almudena Romero de Mansfield Park
Para participar solo tenéis que contestar a este post, comentando qué entrada, o qué galería de ilustraciones de las que hemos ido publicando en el blog es vuestra favorita. Sería muy problemático dejar que eligierais cada uno que marca páginas preferís así que, simplemente el día que los sortee el primer ganador se llevará el de Pride&Prejudice, el segundo el de Northanger Abbey y el tercero el de Mansfield Park. Me comprometo a mandarlos donde sea, así que no dudéis en participar aunque no viváis en España.
Y si os encantan, como sé que os encantarán, y no sois afortunados, podéis encargar el que queráis en la Librería Cala, la librería de las cosas bonitas.
El sorteo lo haremos el día 31 de diciembre, para terminar bien el año.
Un, dos, tres… ¡A participar!
De la inoportuna ceremonia de graduación
- en diciembre 13, 2014
- por Lady Hachi
- en Con nuestra propia pluma, General
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Hay ocasiones en la vida en la que es más fácil dejarse arrastrar por la corriente, que empeñarse en llegar a una orilla, o a algún puerto seguro. A Manuel, aquella le pareció una de esas ocasiones. Llegados a ese punto, plegarse al vendaval de energía de Navío le resultaba más sencillo que tratar de buscar una alternativa a su curioso chantaje. Y además, quizás – solo quizás-, ni tan si quiera quería hacerlo.
Salieron de Cassandra’s Cup y cruzaron la calle. Según las indicaciones que la camarera le había proporcionado al joven, el autobús que conducía a Winchester no tardaría mucho en pasar y tenía parada justo enfrente de la cafetería. Navío andaba con paso ligero, como de bailarina, sorteando charcos con piruetas infantiles y la risa floja de una borracha. Diremos en su defensa que su borrachera era de pura felicidad, y que no amenazaba ningún coma etílico. No podía creerse que el trianero no hubiera presentado batalla, y lo miraba de reojo, tratando de juzgar si tal vez no le había hecho justicia desde el primer momento. Él estaba muy callado, y se limitaba a observarla sin hacer ningún comentario. El autobús no tardó más de cinco minutos en llegar, y Navío se sintió aliviada cuando lo hizo. Empezaba a parecerle muy raro que Manuel no se hubiera enfadado, ni le hubiera hecho ningún reproche, ni hubiera tratado de darle alguna lección, como solía, y se preguntaba si el joven no estaría aguantando para terminar por estallar violentamente y caer sobre ella como la tormenta de aquella mañana.
Subieron al autobús y Navío le tendió un billete al conductor, pero este lo rechazó y le dijo algo, señalando un letrero que había pegado en el cristal de una de las ventanas. Navío miró a Manuel, interrogante.
– Dice que solo se acepta el importe justo del ticket, no dispone de cambio – aclaró él.
– Pero yo no tengo suelto – protestó ella-, espera, tengo un billete más pequeño. Con este no debería tener problema.
Pero el conductor volvió a rechazarlo secamente, señalando de nuevo el cartel de la ventana y dando muestras de impaciencia.
– Solo importe exacto – repitió Manuel- dice que son las normas.
– ¿Y cómo demonios se supone que íbamos a saber nosotros esas normas? ¿Quién ha puesto una norma tan absurda? Pues dile que se quede con el cambio, y listo.
El joven se dirigió al conductor para explicarle el problema, y ofrecerle la solución de Navío. A ella no le hizo falta saber inglés para darse cuenta de que aquel tipo los estaba mandando a paseo. Negó con la cabeza, señaló el reloj de su muñeca y acto seguido la puerta del autobús, en una inequívoca invitación a que se bajaran y lo dejaran seguir con su ruta de una vez.
– ¡Y un cuerno! – estalló la joven-, de aquí no me baja nadie.
Y al conductor tampoco le hizo falta saber español para comprender que aquella joven iba a causarle problemas.
A Manuel la situación, lejos de incomodarlo, le estaba resultando muy divertida. Se limitó a cruzarse de brazos y esperar, preguntándose qué haría ella para resolver la situación. En su mente, apostaba diez contra uno a que la determinación de Navío terminaba por ganarle la batalla a la rigidez británica del conductor. Tapándose con disimulo la boca con la mano, para ocultar la sonrisa que empezaba a asomarse a sus labios, vio cómo Navío sacaba todo el contenido de su bolso, buscando y rebuscando billetes pequeños y monedas con los que cumplir las exigencias del servicio de transporte inglés. En el pequeño mostrador delante del conductor, empezaron a amontonarse un pequeño neceser, varios paquetes de pañuelos, un boli, una libreta, un pequeño espejo, una agenda telefónica…, decididamente el mostrador se quedaba pequeño.
– ¡Oh, qué demonios! – exclamó exasperada, y arrodillándose en el suelo vació en él todo el contenido del bolso.
Ante la mirada atónita del conductor, y los cuatro o cinco pasajeros del autobús, quedaron desparramados –entre sus demás pertenencias- varios fajos de libras, además del ejemplar de Querida Jane, Querida Charlotte, y su inseparable volumen de La Abadía de Northanger. Varias monedas tintinearon y rodaron por el suelo. Una señora de mediana edad que estaba sentada en los primeros asientos del autobús se apresuró a levantarse y recuperarlas, y se las tendió a Navío con una sonrisa, acompañada de unas palabras ininteligibles para ella y una señal de reconocimiento hacia la novela. La señora sacó del bolsillo del abrigo su monedero, y tras intercambiar unas breves palabras con el conductor, lo abrió y sacó de él algunas monedas, que dejó en el mostrador. Luego le dio unas amables palmaditas en el hombro a Navío y volvió a sentarse. Nuestra joven protagonista estaba perpleja, y aún arrodillada en el suelo se giró hacia Manuel en busca de una explicación.
– Parece ser que has encontrado un alma gemela en cuanto a gustos literarios se refiere – y sacudió la cabeza en un gesto de incrédula sorpresa-. Le ha dicho al conductor que nadie iba a bajar del autobús a una lectora de Jane Austen, y ha puesto lo que faltaba para los billetes. Decididamente, sois una secta un poco extraña.
Navío se levantó, y no sabiendo como agradecer el gesto con palabras, se limitó a apretar el volumen de La Abadía contra su pecho, y a sonreír. Manuel también sonrió, por el puro placer de contemplarla, pues no tenía más remedio que reconocer que la sonrisa de Navío era una de las cosas más bonitas que había visto en su vida. Aunque también es verdad que se hubiera dejado matar antes de decirlo en voz alta. Así pues, se apresuró a recomponerse y ayudó a Navío a guardar de nuevo todas sus pertenencias en el bolso.
Fidelidad
- en diciembre 12, 2014
- por Lady Hachi
- en Con nuestra propia pluma, General
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Esta entrada no tiene nada que ver con Jane Austen, no tiene nada que ver con este blog, pero tiene que ver con alguien que ha sido parte de mi vida durante diecisiete años y medio. Una parte muy importante. La perrilla de nuestra familia, la que me acompañó los años de Universidad y juventud y mis primeros pasos de adulta. Era de tamaño pequeño, patas zancudas y ojos morunos. Alegre como ella sola, para saludar movía todo el culo, en lugar de usar solo el rabito, que lo tenía corto como una brocha. La pelota y todos nosotros éramos su pasión. Cuando salía al paseo, le encantaba cargar con ramas y palos y echármelos a los pies para que se los tirara. Cuando iba al campo, buscaba piñas, y si la llevábamos al pantano o a una piscina, se transformaba en sirena. Hoy se nos ha ido, ya está corriendo como una loca otra vez, como le gustaba, por donde quiera que estén y sean los campos celestes, que sé que los hay, y allí me espera junto a todos los peludillos que ya me han dejado.
Se llamaba Linda, igual que otra Linda que mi abuelo tuvo cuando yo era niña. Hace años escribí este texto, en honor a esa Linda de mi abuelo. Hoy lo rescato, por la Linda que se nos acaba de ir, y en memoria y homenaje de todos los animalillos que han sido parte de mi familia y ya no están.
Gracias por toda la felicidad que nos habéis dado. Nos veremos de nuevo.
FIDELIDAD
En mi memoria, los recuerdos más felices de mi infancia están entretejidos con la presencia de ambos: mi abuelo y ella. Ella se llamaba Linda, era una perrilla ratonera negra, de tamaño mediano, más bien pequeño, sin pedigree –ni falta que le hacía- , pero con más candor, inteligencia y fidelidad en sus ojos de la que he podido encontrar después en muchas personas. Ahora tengo treinta y tres años y puedo reflexionar así sobre ella. Entonces era sólo una niña y lo único evidente para mi es que aquella perrilla era una compañera inseparable de mi abuelo y un ser noble de infinita paciencia, que nos dejaba a nosotros –los niños- abrazarla e intentar subirnos a caballito sin hacer nunca jamás el amago de gruñir o de morder.
Nuestra Linda, la Linda de mi abuelo, se ganó el eterno agradecimiento de todos el día que lo socorrió cuando nadie más estaba allí para ayudarlo. Mi abuelo, como todos los días, se había ido a trabajar al campo, acompañado de su fiel amiga. Pero ese día, en el camino de regreso, sufrió un ataque de reuma y tuvo que sentarse debajo de un olivo, sin poder moverse. Imagino cómo aquella perra inteligente gimotearía y se acercaría a él, instándolo a levantarse, preocupada al ver que él no podía. Imagino cómo con todo el dolor de su corazón, decidió dejarlo allí y hacer el camino de regreso a la casa de para avisar a la familia de que mi abuelo no se encontraba bien. En cuanto la vieron aparecer sola lo supieron y corrieron a buscarlo. Ahora, desde mi posición de adulta, después de haber oído a los demás contar tantas veces esta historia, yo también me siento profundamente agradecida con ella, porque mi abuelo fue para mí en aquellos años la representación de la alegría más sencilla y sincera.
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Persuasión, escuchando al Capitán Wentworth
- en noviembre 08, 2014
- por Lady Hachi
- en General, Persuasión
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¿Cuántas de vosotras habéis leído Persuasión, habéis llegado a la parte de la inolvidable carta del Capitán Wentworth, y habéis imaginado la voz de este leyéndola?
Hoy, gracias a Javier Montes, un buen amigo y gran artista (escribe, hace teatro y tiene voz de radio) os traigo la oportunidad de escuchar una de las misivas más emotivas de la historia de la literatura, solo para vuestros oídos, para que la oigáis bajito, o por todo lo alto. A vuestro gusto queda.
Confieso aquí que el Capitán no es mi caballero Austen favorito -demasiado rencorosillo para mi gusto-, pero ese «lo que dice me traspasa el alma», lo redime de todo pecado en páginas anteriores.
Hemos utilizado la traducción de Francisco Torres para la edición de Alba Editorial. La transcribo a continuación:
No puedo seguir escuchando en silencio. Debo hablarle con los medios que tengo a mi alcance. Lo que dice me traspasa el alma. Vivo mitad en la agonía, mitad en la esperanza. No me diga que llego demasiado tarde, que se han perdido esos preciosos sentimientos para siempre. Le ofrezco mi ser otra vez con el corazón más rendido que cuando casi lo destrozó hace ocho años y medio. No diga que el hombre olvida antes que la mujer, que su amor muere más pronto. Puedo haber sido injusto, he sido rencoroso y débil; pero jamás inconstante. Solo usted es el motivo de que yo haya venido a Bath. Solo por usted pienso y hago proyectos. ¿Acaso no lo ve? ¿No ha comprendido mis deseos? No habría esperado siquiera estos diez días, de haber sabido cuáles eran sus sentimientos, como creo que debe usted de haber adivinado los míos. Apenas puedo escribir; a cada instante oigo algo que me anonada. Noto que baja la voz, pero sé distinguir esos acentos que se perderían para otros. ¡Dulce y angelical criatura! Veo que nos hace justicia. Crea que existe la constancia y el amor verdadero entre los hombres. Crea que son muy fervientes, muy constantes en
Norte & Sur, de Elizabeth Gaskell: Encuentro en Málaga
- en noviembre 05, 2014
- por Lady Hachi
- en General
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Ya sabemos que todas las austenitas solemos tener las mismas debilidades. O sea, que si estás chiflada por Austen, probablemente lo estés por las Brönte (al menos por alguna de ellas), por George Eliot, por Dickens…, y por supuesto ¡por Elizabeth Gaskell! Norte y Sur es una de sus novelas más queridas por todas nosotras, aunque quizás Crandford fue la más popular en su día. En cualquier caso, y para dejar de irme por las ramas, lo que quiero anunciar es que Elizzy B de El Salón de Té y El Sitio de Jane, ha vuelto a organizar una quedada en Casa del Libro de Málaga (gracias a Casa del Libro por cedernos siempre el espacio para todas estas reuniones), dedicado esta vez precisamente a disfrutar y compartir nuestras impresiones sobre Norte y Sur. Será el 15 de noviembre a las 5 de la tarde. ¡Os esperamos!
Aquí, el precioso cartel diseñado por Elizzy para el encuentro:
Aprovecho para enseñaros mi última adquisición de coleccionista. Este sello conmemorativo de la autora y la obra (y por cierto, hay alguno más de sobra para algún afortunado de los que acudan al encuentro):
Por último, os animo a visitar la entrada que en su día dediqué a esta autora y que podéis encontrar aquí.
¡Nos vemos en Málaga en unos días! No pasaremos lista, pero si no estáis os vais a arrepentir. Seguro. Segurísimo.
Manga Classics: Pride & Prejudice
La propuesta de Manga Classics no es la primera en llevar la obra de Jane Austen al estilo de viñeta clásico japonés, pero sí para mí la más acertada hasta el momento, algo que no deja de sorprenderme pues no es ni tan siquiera una producción netamente japonesa. Los que estén acostumbrados a los tomos clásicos de cómic manga, encontrarán algunas diferencias sustanciales, para mejor. El cómic está editado en un formato mayor al de los tomos manga, tiene más o menos el tamaño de un libro y su mismo formato en pasta dura (¡todo un lujo en un cómic!), y está publicado en inglés (de lo cual damos miles y millones de gracias, ya que solo unos poquitos privilegiados entienden japonés, y como sabemos no todo el cómic manga termina siendo traducido a un idioma asequible). Aparte de eso, respeta el sentido de lectura japonesa, es decir, «al revés», tendréis que leer el libro como si empezaseis por el final, lo cual solo os resultará extraño las seis primeras páginas. Apuesto que pasados cinco minutos os haréis con el truco. Yo, que ya soy una gran fan del cómic manga no encuentro en ello ningún problema, pero entiendo que quizás a los recién llegados al mundillo se les haga raro. No os preocupéis, al principio del cómic hay un par de páginas dedicadas a explicaros en qué orden hay que leer las viñetas.
Leer más»De un chantaje muy oportuno
- en octubre 26, 2014
- por Lady Hachi
- en Con nuestra propia pluma, General
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Apenas había terminado de dar rienda suelta a su frustración, cuando el joven se arrepintió amargamente de haberse permitido una manifestación tan clara de su orgullo herido. Miró a la joven esperando oírla estallar en risas, y se preparó para que empleara con él todo su burlesco descaro. Pero las carcajadas no llegaron. Ella lo miraba con una expresión de sorpresa, incredulidad, y también con algo más, aunque no supo descifrar qué. El caso es que ningún comentario hiriente salió de su boca, y él se lo agradeció desde el fondo de su corazón, aunque se hubiera dejado matar antes que reconocerlo.
Navío, que sentía que su corazoncito novelero se ablandaba ante las penas del chaval, le dio un suave golpecito en el hombro, y simplemente le dijo, “continuemos la visita”.
Subieron a las habitaciones de arriba, y Navío corrió de una a otra, saliendo y entrando de las estancias, regresando a ellas, escrutando cada rincón, y dejando que su espíritu se fundiera con el encanto de la casa. El de Triana la seguía, se dejaba guiar sin oponer resistencia, observando con una incredulidad no exenta de fascinación cómo aquella chica tan extraña se perdía en mundo que parecía habitar solo ella. Era indudable que donde él veía una casita rural, amueblada con algunos enseres antiguos, cachivaches y baratijas de gente que llevaba muerta vete tú a saber cuánto, ella veía mucho más. “Alucinaciones de enajenada, por supuesto” – pensaba, mientras salía de una de las estancias- y entonces la observó, apoyada en el marco de una ventana, en el pasillo, mirando al jardín. Un incauto rayo de sol que se había atrevido a asomarse entre las nubes de un cielo aún hosco, se perdió entre la oscuridad de los rizos de Navío. Al de Triana se le cortó el earl grey que había tomado hacía un par de horas, y también la respiración. “Es guapa. Si no estuviera tan loca” – pensó-, y acto seguido y a propósito se golpeó la cabeza con el quicio de la puerta, pues no podía creer lo que acababa de pensar. “Como si no hubiera tenido ya bastante”, se dijo. Navío, que acababa de apartar la mirada de la ventana, lo vio pegarse contra la madera y temió por un momento que aquel chico hubiera perdido el juicio, y temió aún más que fuera a causar algún desperfecto, así que lo llamó al orden:
– ¡Oye! Que el Muro de las Lamentaciones queda bastante lejos de aquí, haz el favor de no pagar con la puerta tu mala sangre.
Él le lanzó una mirada entre avergonzada y asesina, que es una mirada muy complicada de conseguir, y que le hubiera valido un Óscar si aquello hubiera sido una película y no la vida real.
– Eres la chiquilla más maleducada que he tenido la desgracia de conocer.
– Y tú, tú, ¿tú cómo te llamas, por cierto? Y si vuelves a decirme que no ni me importa, ni me interesa te juro que soy capaz de morderte.
– Manuel –contestó él con una media sonrisa- me llamo Manuel.
– ¡Cómo no! ¿Puedo llamarte Manu?
– Ni se te ocurra, y vamos arreando que aquí ya no hay nada más que ver.
Bajaron en silencio las escaleras, molestos los dos. Él por haberse dejado pescar en un momento de debilidad, y ella por haber tenido tan poco tacto con alguien que, al fin y al cabo, parecía estar pasándolo mal.
Aún les quedaba un edificio por visitar, una sala de construcción moderna, llamada “Centro de Visitantes”, donde se proyectaba un documental sobre la vida de Jane Austen y el impacto de su obra. Navío se empeñó en entrar y Manuel, que ya había aprendido que cualquier cosa que saliera de aquella madeja de rizos la llevaba a cabo sí o sí, entró y se acomodó en una de las sillas. El documental acababa de empezar, y por supuesto, estaba en inglés. Ella no se atrevió a pedirle que él le tradujera, que bastantes negativas le había dado ya el señorito, y él simplemente, aunque sin esperarlo, se vio absorbido por las imágenes, que detrás de los hombres y mujeres disfrazados con vestidos, chaquetas y corbatas imposibles, relataban un vida sorprendente, dentro de su sencillez. Nunca hasta entonces se había parado a pensar cómo aquella mujer, que casi no había viajado, ni visto mundo, ni había estudiado en grandes centros, había sido capaz de imponerse en el imaginario literario mundial durante los últimos dos siglos. Siempre había creído que lo que atraía a las mujeres como moscas a la miel, eran esas malditas adaptaciones de la BBC con hombres enfundados en pantalones ridículos y saliendo de lagos con la camisa húmeda, sin miedo a una pulmonía que por aquellos entonces podía haberlos llevado al más allá. Ahora, viendo aquel documental y acordándose de la minúscula mesita de trabajo de la autora, no pudo menos que sentir el atisbo de un sentimiento parecido al respeto, cuando no a la admiración. Pero se guardó mucho de decírselo a su acompañante, que cruzada de brazos a su lado, lo miraba a él y a la pantalla alternativamente, mordiéndose la lengua para no soltar ningún improperio.
Cuando abandonaron la casa museo, el ruido de las tripas de Navío, quejándose por la falta de algo sólido, les indicó que era la hora del almuerzo, y como no podía ser de otra forma, terminaron cruzando la calle y entrando en Cassandra’s Cup, una pequeña cafetería que reunía en sus escasos metros cuadrados el sueño de toda austenita soñadora, romántica o cursi por antonomasia. El techo del local estaba totalmente repleto de delicadas tazas de té, que colgaban cual farolillos en un festival de verano. Manuel miró al techo y se preguntó si con la suerte que parecía acompañarlo en los últimos tiempos, no terminaría por verse sepultado debajo de unos cuantos kilos de loza y porcelana. Navío, por su puesto, estaba encantada. Se sentaron en una mesita de madera, al lado de una de las ventanas que daban a la calle, y ojearon la carta. Era una carta sencilla, compuesta por sándwiches y pasteles caseros, y Navío se decidió por un sándwich de queso brie con mermelada de frambuesa, en tanto que el trianero se decantó por un simple york con queso.
De un trayecto incómodo, una llegada y un descubrimiento
- en octubre 07, 2014
- por Lady Hachi
- en Con nuestra propia pluma, General
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Que el joven de Triana apareciera al rescate, montado en un taxi cual caballero a lomos de un caballo no es algo que tuviera planeado, ni que deseara en absoluto. Y, de hecho, si hubiera caído en la cuenta de que tal comparación podía hacerse, probablemente le hubiera dado un síncope. El pobre se vio, sin más, arrastrado por las circunstancias, que como en un mal folletín parecían conducirlo una y otra vez al lado de Navío.
Una vez que hubo cogido el taxi en la estación, dejando a su pesadilla emprender el paseo a pie, el joven aún dudaba sobre si ir o no a la casita de Chawton, a pesar de que había recorrido todo el camino desde Triana hasta allí expresamente para ello. Por eso, pidió al taxista que lo dejara en un café de Alton, para relajarse y reflexionar un poco desayunando un estupendo trozo de plum cake, arruinado – según su opinión- por un asqueroso earl grey, y es que nuestro joven era de los de café negro de máquina y sin azúcar. Se entretuvo en ello una media hora, el tiempo que Navío andurreó por el pueblo intentando encontrar el camino correcto. Cuando terminó su desayuno, se subió de nuevo a otro taxi, ya con la idea firme de ir a conocer de una vez por todas la casa de esa escritora que le había arruinado la vida, pero no bien acababa de arrancar el coche, cuando por la radio del taxi, una voz ronca y con un deje apresurado, comenzó a berrear:
– ¡Mayday, mayday! Chicos, ¿alguno de vosotros está cerca de la A31? Vengo de hacer una carrera a Selborne y de regreso me he cruzado con una joven despistada dando bandazos por el arcén. Parecía ir en las nubes, puede que estuviera fumada, o bebida, o ambas cosas. El caso es que creo que la van a atropellar en menos que se dice God save the Queen.
– Danny ¿eres tú? – preguntó el conductor del sevillano, dirigiéndose a la radio.
– ¿Bernie? Sí, ¿qué hay chico?
– Nada nuevo. Yo iba ahora hacia Chawton, me pilla de paso, pero ¿se puede saber por qué no has parado tú, viejo tarado?
– ¡Qué más quisiera! Pero tengo una emergencia familiar. Mi suegra no deja de aporrear la cabeza del alcohólico de mi suegro con la jarra de cerveza. Esa jarra tiene el culo de peltre, no te digo más. Mi mujer me ha llamado histérica, y está ya casi de nueve meses, lo sabes. Me temo que mi cuarto hijo va a venir al mundo en medio de una disputilla marital.
– Me hago cargo, Danny, me hago cargo. Ya voy yo a echar un vistazo. Corto y cierro.
Bernie se volvió hacia el asiento de atrás, para encontrarse con la atónita mirada de su joven pasajero, que aún se estaba preguntando si habría entendido bien toda la conversación, o si quizás su nivel de inglés no era todo lo que se esperaba y realmente aquellos dos taxistas no habían dicho lo que él se imaginaba que habían dicho.
– Señor – comenzó a decir Bernie- si no le importa, vamos a tener que desviarnos un poquito de la ruta. No sé si ha escuchado usted a mi compañero pero…
El joven de Sevilla alzó la mano, cortando la explicación del taxista.
– La he oído, pero confiaba en haberlo entendido mal.
– Bueno, pues eso, hay que ir por esa joven antes de que un camión la haga papilla. Jajaja – Bernie, dejó escapar una risilla extraña y meneó la cabeza- ir andando por la autovía, ¿no será una suicida? ¿Usted qué cree? – preguntó mirando el retrovisor.
El joven, que de repente había acabado de atar cabos en su cabeza abrió mucho la boca, y durante unos segundos pareció que no iba a decir nada, pero luego exclamó en un español muy sevillano:
– ¡La madre que la parió! – y pasando de nuevo al inglés, se inclinó sobre el asiento del conductor y lo urgió a que arrancara- Ya me imagino quién es la despistada, y le aseguro que no es una suicida. Es algo peor, ¡una loca!
Y así es como el taxi del joven trianero paró junto a Navío justo en el momento en el que el cielo decidía jugar al nuevo diluvio universal. Superado el primer momento de conmoción, y puesto que Navío le tenía aún más miedo al nivel de encrespamiento que podían coger sus rizos si se mojaban, que a las llamas del averno que parecían salir de los ojos del sevillano, nuestra joven se subió rápidamente al coche, y procuró no decir nada durante los cinco minutos siguientes, contentándose con mirar de reojo tanto al conductor, como a su acompañante.
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Émile Bayard, ilustración para Philippe Derblay
- en octubre 05, 2014
- por Lady Hachi
- en General, Ilustrando otros autores
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Con esta entrada sobre Philippe Derblay, creo que cerramos – al menos por el momento- el «ciclo Ohnet» que nos ha ocupado varias entradas durante este verano.
Aunque me gustaría que todos disfrutarais de lo que os voy a mostrar a continuación, honradamente tengo que avisar de que contiene spoilers, imposibles de evitar, así que si aún no habéis leído la novela, quizás prefiráis dejar la lectura ahora.
En anteriores entradas, compartí con vosotros las ilustraciones que habían hecho tanto Sahib (que son las que recoge la edición de Editorial dÉpoca, como las de Henri Avril, así como diferentes versiones hispanas, tipo novela gráfica, o cómic. Hoy os traigo una sola ilustración hecha para una primera edición americana, publicada por Selmar Hess en Nueva York. Es una litografía original de 1892, que va acompañada por una fina hoja en separata, con el texto original en inglés sobre la escena, que es el momento álgido de la novela. La litografía es de Émile Bayard (1837-1892), que si de entrada no os suena solo por su nombre, sí que lo reconoceréis como el artista de esta ilustración, hecha para Los Miserables y que nos muestra a Cosette, y que ha sido reproducida en infinidad de ocasiones, para el musical sobre la obra.
Leer más»De la autovía que no conducía a Chawton
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Orgullo y Prejuicio, 200 años de un clásico. El libro.
- en septiembre 14, 2014
- por Lady Hachi
- en General, Orgullo y Prejuicio
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Querid@s austenitas,
Es un placer poder publicar esta entrada, y agradecer desde aquí también (el wasap se lo hemos copado, creo) a Mª Carmen Romero (nuestra Elizzy B de El Salón de Té y El Sitio de Jane) que haya decidido recopilar una parte de los artículos que el año pasado, con motivo del bicentenario de la publicación de Orgullo y Prejuicio, se publicaron en un blog. Este blog estuvo administrado durante todo el año por ella misma, por nuestra gran ilustradora Almudena Romero, y por Mila de Hablando de Jane Austen. El resultado es este precioso libro que podéis descargar gratuitamente desde este entrada de El Sitio de Jane, en formato pdf, epub y mobi. Es un regalo que no tiene precio para todos los austenitas que hemos tenido la suerte de poder participar en él, y que esperamos que os guste a todos aquellos queráis descargarlo, y leerlo.
Desde janeausten.es, hemos tenido el honor de participar con un artículo sobre diferentes ediciones ilustradas de Orgullo y Prejuicio. Las ilustraciones que, por diversos motivos, no han podido incluirse en el libro podéis encontrarlas en este blog, en el apartado de galería e ilustradores, y si tenéis interés por cualquiera en particular de las que menciono, no dejéis de escribirme.
Compañeras austenitas, amigas ya más de una, ha sido una suerte compartir el 2013 con vosotras.
Gracias Mª Carmen por este libro, y por haber hecho posible casi todos los encuentros.
Del joven casi mudo que sabía hablar inglés
Toda gran búsqueda comienza con un viaje. Da igual que uno se busque a sí mismo, que busque un tesoro, al Destino, o incluso trabajo (búsqueda esta última en la que los españoles hemos demostrado ser avezados expertos). Todo pasa por el abandono de la seguridad doméstica y el lanzarse en picado al mundo que nos espera ahí fuera, bien sea para abrazarnos, o para escupirnos a la cara. Hay riesgos que merece la pena correr, y Navío Fernández Smith lo sabía. O al menos, lo intuía, con esa intuición característica de las grandes heroínas. Cuando cerró de un portazo la puerta de La vuelta al mundo en ochenta barcos tuvo claras dos cosas importantes: a) que la pérfida llovizna que no dejaba de caer iba a terminar por jorobarle los rizos aquella mañana; y b) que tenía que comprar un billete de avión a Londres.
Inglaterra, la cuna que vio nacer a su madre biológica – la malograda Alice Smith- y a su madre literaria – Jane Austen. Allí es donde buscaría la respuesta a la duda que, en los últimos tiempos, se estaba convirtiendo en una molesta certeza. Navío contaba en ese momento con veintitrés años y, pese a su poca experiencia en la vida, empezaba a sospechar que su nacimiento en 1986 había sido un tremendo error temporal. Sospecha esta, por otra parte, que suele aquejar a todas las empedernidas lectoras de novelas decimonónicas. Una peregrinación por los escenarios de sus obras favoritas, y sobre todo por los lugares en los que vivió la mayor escritora en cualquiera de las lenguas vivas o muertas conocidas, la ayudarían sin duda a descubrir algo importante. El qué, ni ella misma lo tenía claro. Quizás al pie de la tumba de Jane Austen tendría una revelación sobre cuál era su lugar en este mundo, el camino que debía tomar en el futuro, y por qué demonios a pesar de ser medio inglesa el té le parecía un bebedizo repugnante, con azúcar o sin ella.
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Ilustraciones hispanas de Felipe Derblay
- en agosto 30, 2014
- por Lady Hachi
- en General, Ilustrando otros autores
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Hace unas semanas, al reseñar Philippe Derblay, comentaba las ilustraciones que para esta novela hicieron los franceses Sahib y Paul Avril en el s. XIX. Dado el tirón que la obra tuvo en España e Hispano América, y las múltiples ediciones que se publicaron, no nos tiene que extrañar que también hiciéramos nuestras propias versiones ilustradas. Como podréis ver, dejan bastante que desear, pero aún así me parecen una curiosidad reseñable.
Gracias a Elizzy B de El Salón de Té de Jane, que nos ha proporcionado las siguientes imágenes de su ejemplar, puedo traeros estas ilustraciones de una especie de novela gráfica, con aires de cómic, que fue impresa en Bogotá por la Editorial Ariel, con dibujos en tonos anaranjados de Tarquino Mejía, y portada de Nelson Jácome (en la que nuestro Derblay parece más sacado del salvaje Oeste que de la Francia decimonónica).
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De los años oscuros en la vida de Navío Fernández Smith, por Lady Hachi
- en agosto 17, 2014
- por Lady Hachi
- en Con nuestra propia pluma, General
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La joven de rizos contundentes, convertida a partir de ahora en protagonista de nuestra historia, creció con dos importantes circunstancias en su contra. Por un lado, tener que encogerse como podía en el pupitre cuando pasaban lista en el colegio. Como si así, de alguna forma, pudiera pasar inadvertida cada vez que la voz del maestro tronaba: “Navío Fernández Smith, ¿presente?”. Consecuencia de esta malsana costumbre fue una escoliosis aguda, que llegó casi al principio de joroba. Afortunadamente, pudieron corregirlo a tiempo gracias a un pequeño aparato de tortura que la hizo caminar, sentarse y dormir más derecha que una escoba durante varios años. Hay que decir, que con el paso del tiempo, y cuando logró librarse de él, aquel aparato del infierno terminó por darle un porte seguro y casi elegante al caminar. Esto, unido al hecho de que al entrar en la Facultad decidió acortar su nombre y presentarse al resto de sus compañeros como “Nao”, que le parecía más exótico y menos marítimo, hizo que su breve paso por la vida universitaria fuera algo más agradable que los años estudiantiles que había dejado atrás.
La segunda circunstancia que vino a truncar su desarrollo y crecimiento normal era la extraña, pero tajante prohibición paterna de que se acercara a menos de dos metros de cualquier libro que tuviera el más mínimo tufillo a novela. Bien es cierto que, aunque España haya podido ser cuna de algún que otro Siglo de Oro de las letras, la lectura no ha figurado en los últimos tiempos entre las aficiones preferidas de nuestros compatriotas. Por eso, no provocó ningún tipo de alarma entre la Asociación de Padres, ni ninguna extrañeza entre los profesores, el hecho de que Fermín Fernández se negara siempre a firmar la autorización para el carnet de biblioteca de su hija, alegando que él era el más adecuado para proporcionar a Navío las lecturas que le convenían, y que no estaba dispuesto a arriesgarse a que ningún libro abyecto cayera en manos de la niña. Con las ideas así de claras, Fermín Fernández abarrotó las estanterías de su hija con todos los números de Zipi y Zape, Mortadelo y Filemón y Pepe Gotera y Otilio, que según él, como hombre y como español, eran los mayores logros de la literatura nacional. Logros, por otra parte, que presumía inocuos. Vetados quedaron todos los Lily, Esther, Gina y demás tebeos femeninos, que le parecían tener un aire sospechoso a las novelillas que en el pasado había devorado su malograda esposa.
Con tal intolerable falta de rodaje literario, llegó Navío a sus años universitarios. La primera vez que accedió a una biblioteca le ocurrió lo que les ocurre a la mayoría de esos jóvenes a los que en casa se les ha prohibido beber un poco de vino con la gaseosa, y luego salen por primera vez de juerga: se emborrachó. Coma etílico literario. No puede llamarse de otra forma al hecho de saltarse todas las clases, y atrincherarse desde las nueve de la mañana hasta las nueve de la noche en la biblioteca. Leyó del tirón Orgullo y Prejuicio. Una vez conocido al Señor Darcy, la Caja de Pandora estaba abierta. Navío ya no pudo parar, se convirtió en una yonki de los gentleman de papel.
Leer más»Historia de Navío*, por Lady Hachi
- en agosto 12, 2014
- por Lady Hachi
- en Con nuestra propia pluma, General
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Capítulo I: De cómo una persona puede verse maldita con un nombre ridículo.
Llamarse Navío es algo insólito, a la par de absurdo. Llamarse Navío a lo largo de las interminables etapas con las que el Sistema Educativo pretende despeñar a los estudiantes es una verdadera prueba de paciencia, temple y amor filial (si no se odia a los progenitores por semejante capricho bautismal no se los odiará nunca, sean como fueren). Pero cargar con el nombre Navío y trabajar en una agencia de viajes llamada La vuelta al mundo en ochenta barcos, viene a suponer- se mire por donde se mire- una guasa pérfida y cruel, no achacable más que al Destino, que en pérfido y cruel gana a todos los villanos jamás descritos.
Podría uno preguntarse, si viera el nombre en cuestión escrito en solitario, si es un apelativo de hombre o de mujer. Bien podría ser de hombre, no en vano lo que tenga que ver con barcos recuerda a esforzados marineros, o a truculentos piratas. Mientras que, sin embargo, el papel de las mujeres en el terreno se ha visto reducido a ejercer de mascarones voluptuosos, al más puro estilo de las portadas de Playboy; o de sirenas, esas guarrillas cantarinas causantes de los accidentes del tráfico marino. Aclaremos, por tanto, que el simpático nombrecillo recaía sobre una joven morenaza, de rizos contundentes y piernas más contundentes aún. Quizás demasiado para los cánones famélicos de hoy en día.
Querrá el lector saber la historia que había llevado a esta pobre joven a ser martirizada con un nombre tan disparatado, y no seré yo quien le prive del placer cotilla de conocerla, entre otras cosas, porque para algo reza el título de este capítulo como lo hace. Los acontecimientos, pueden resumirse, de hecho, en dos circunstancias. A saber: que su madre era inglesa, y que era aficionada a la lectura de novelas de trajes largos – tal y como su padre solía tildar a tan peligrosas inclinaciones literarias.
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Si pudiera retarme, por Elizzy B
- en agosto 09, 2014
- por Lady Hachi
- en Con nuestra propia pluma, General
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Las buenas historias surgen, a veces, por casualidad. Y así ha nacido este pequeño relato escrito por Elizzy B, a raíz de una conversación twittera en la que se comentaba cómo con tanto héroe literario suelto, quizás alguno que otro pueda llegar a sentirse celoso…
Elizzy B no necesita mucha presentación, es una gran austenita, la infatigable administradora de El Salón de Té y de El Sitio de Jane, y además para mí una buena amiga. Con su permiso, comparto su relato Si pudiera retarme, que podéis encontrar también wattpad, y en breve en su propio foro. No dudéis en comentar qué os parece.
La verdad es que no sabía cómo la idea había podido aflorar en su cabeza. Él no era un tipo
neurótico, pero la pregunta, tan tonta y ligera, había tomado forma. Habían estado bebiendo
en casa de unos amigos, y entonces, Ramón, el barbudo pelirrojo que siempre tenía
ocurrencias para todo, les preguntó: “¿Con quién engañarías a tu pareja?”. Las respuestas
habían sido variadas, desde la claramente falsa de Cristina, que decía que sólo tenía ojos para
su novio, cuando en realidad, echaba miradas de forma constante y evidente a un compañero
de trabajo, hasta la más ingeniosa, del propio Ramón. Verónica había contestado tras él, una
respuesta rápida e intrascendente: “pues con el actor de moda que ahora copaba todas las
revistas”.
Pero Antonio conocía demasiado bien a su Verónica, y sabía que ella jamás lo engañaría con
alguien de esa clase. Quizá se equivocaba, pero ya llevaban muchos años juntos como para
saber que ella no se dejaba llevar por algo tan intrascendente.
Se miró en el espejo del baño. Ya no era aquel muchacho joven que con su sentido del humor,
la había impresionado en la cafetería de la Facultad. Su melena ya no era larga y por supuesto,
poblada. No es que lo viejos rockeros deban desaparecer, es que solamente se acaban
marchando. Las noches de cervezas se traducen en barrigas incipientes, y esto parecía que era
el principio del fin. Bostezó y olió un poco del alcohol que había bebido con cara de desagrado.
Después, sonrió y se miró los dientes, mientras se pasaba la mano por la cabeza. Verónica, le
tocó cariñosamente el brazo.
– Bueno, ¿vamos a dormir?
Y en ese momento, lo besó, como tantas otras veces. Él le devolvió el largo beso, pero en su
cabeza, una voz sibilina le decía “¿seguro que no piensa en él cuando te besa a ti?”.
Aquello lo desasosegó y ella notó la tensión que se había formado…quizá hoy no era una
noche para eso, pues ya era tarde y era mejor dormir. Cuando él sugirió que no tenía mucho
sueño y se fue al salón, Verónica no insistió.
Antonio no encendió el televisor, solamente se tendió y observó el techo. ¿Quién podía ser
“él”? ¿Con quién podría engañarlo su Verónica? ¿Por qué se estaba preocupando? Pensó que
quizá era por el hecho de que jamás se lo había planteado hasta ahora, porque ya no era tan
joven…
Las ediciones españolas de George Ohnet…, o el arte de la «portada rosa»
- en julio 28, 2014
- por Lady Hachi
- en General, Ilustrando otros autores
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Seguimos con la fiebre «Ohnet», y tal como os prometí en mi último post sobre Philippe Derblay, volvemos a la carga con este autor. Ya os comentaba, que si bien en las últimas décadas había caído en el olvido, no solo en su día fue un éxito de ventas, también en la España de los años cincuenta fue ampliamente publicado. Hacer un recorrido por las portadas que se le dedicaron en la época es un paseo único y que nos puede dar una idea bastante acertada de su obra. Es cierto que, en muchas ocasiones, las portadas de algunas ediciones no dan mucho crédito al contenido de las mismas (para muestra podéis echar un vistazo la entrada que dedicamos a a las ediciones españolas singulares que en su momento se hicieron de la obra de Austen), pero esta vez – y sin haber leído más que Philippe Derblay) nos atrevemos a afirmar que no van muy desencaminadas.
Como la carta de presentación de este autor ha sido su Derblay, empezaremos con él. Tenemos portadas románticas en todo el sentido del adjetivo:
La última parece recrear la imagen de Derblay que se recoge en las ilustraciones originales de Sahib que se publicaron con la novela, y también a las de Paul Avril que acompañaron otras ediciones.
Leer más»George Ohnet y Philippe Derblay o Amor y Orgullo
- en julio 09, 2014
- por Lady Hachi
- en General, Ilustrando otros autores
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Estamos acostumbrados a que Editorial dÉpoca nos sorprenda con joyas olvidadas de la literatura clásica, presentadas en un formato más que seductor. Su ediciones son impecables, una obra de arte en sí mismas. Desde que publicaron las Cartas de Jane Austen tienen todo mi respeto como lectora, con Philippe Derblay, se han ganado además mi amor eterno. Hacía mucho tiempo que una novela no me enganchaba de la forma en la que lo hizo Philippe Derblay o Amor y Orgullo.
Esta novela nos ha redescubierto a George Ohnet (1848-1918), su autor, que si bien hoy en día puede que no nos sonara a ninguno, en su época fue un gran éxito de ventas y durante el siglo XX en España debió serlo también, dadas las numerosas ediciones de muchas de sus obras.
Philippe Derblay es un folletín, y que nadie se ofenda o sienta prejuicios ante el adjetivo, porque no está dicho con ánimo despectivo, ni mucho menos. Es una historia llena de amor, venganza, prejuicios, resentimientos, arrepentimiento, perdón y, en suma, emociones exaltadas, muy exaltadas. La historia engancha de principio a fin, aunque tenga aspectos poco creíbles de puro exagerados. En ese sentido, no creo que tenga mucho que ver con Orgullo y Prejuicio de Jane Austen, con la que se la ha comparado. Tiene alguna similitud en las posiciones de algunos personajes, pero solo eso. Lo que en Austen es sencillez y simplicidad en Ohnet es…, otra cosa. Pero otra cosa que le ha dado muy buen resultado. Tiene secundarios inolvidables, como el ridículo Moulinet, la tierna Suzzane o la divertida y alocada Sophie. Sin mencionar al protagonista masculino, Philippe Derblay, que estoy segura de que os enamorará. Ohnet, además, hace gala de una gran habilidad para describir los tejemanejes de la alta sociedad francesa y, sobre todo, las pequeñas trampas y artimañas del sector femenino, cuyos enfrentamientos verbales son insuperables. El lector casi puede ver volar los cuchillos en forma de palabras. En suma, es una obra romántica con mayúsculas, que d’Época ha rescatado para ofrecérnosla además aderezada por las maravillosas ilustraciones originales de Sahib (1847-1919), seudónimo de Louis Ernest Lesage, que se incluyeron en numerosas ediciones de la obra en su época. Como muestra, aquí tenéis a los dos protagonistas, Philippe y Claire:
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Ilustraciones de Hugh Thomson para Northanger Abbey
- en junio 28, 2014
- por Lady Hachi
- en General
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Hace unas semanas publicaba las ilustraciones que Hugh Thomson realizó para Persuasion. Utilizamos este volumen de 1902 en el que también se encuentra Northanger Abbey.
Hoy os dejo, tal y como prometí, los dibujos correspondientes a La Abadía. Podéis verlos ya publicados en su correspondiente apartado en la galería de ilustraciones, o pinchando aquí.
Como siempre, espero que las disfrutéis tanto como yo.
Tarde de teatro con Pride & Prejudice
- en junio 08, 2014
- por Lady Hachi
- en General, Orgullo y Prejuicio
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El año pasado, más o menos por estas fechas, me quedé con las ganas de asistir a la adaptación teatral de Pride & Prejudice que se celebró desde el 20 de junio al 20 de julio en el Open Park Theatre de Regent’s Park. Cosas que tiene el no vivir en Londres.
Pero cual Catherine Morland opino que si la aventura – o en este caso la representación teatral- no viene a mi casa, no me quedará más remedio que buscarla en otras tierras, y qué mejores dominios que los de la imaginación. Así que, si os apetece, podéis acompañarme a una velada de teatro muy especial.
Londres, 1936, St James’s Theatre. Pride & Prejudice, dramatizada por Helen Jerome cobra vida. El famoso ilustrador Rex Whistler ha diseñado la portada del folleto de mano. Pese a la visión edulcorada de verdes y rosas pasteles, cupidos y florecillas, la tarde promete:
Leer más»Entre otras páginas: La juguetería errante…, y el janeusteniano indignado
- en mayo 30, 2014
- por Lady Hachi
- en Entre Otras Páginas, General
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Impedimenta es una de mis editoriales favoritas, por su trabajo cuidado y diferente (si habéis tenido entre las manos uno de sus libros sabéis a lo que me refiero), pero también por sus títulos, por supuesto. Tiene un catálogo amplio y original. Ya estaban en mis estanterías algunas de sus obras como Soy un gato, de Natsume Soseki; La librería, de Penélope Fitgerald; o la imprescindible Hija de Robert Poste, de Stella Gibbons. Comprar La juguetería errante, de Edmund Crispin era una apuesta bastante segura, lo que no me esperaba es que viniera con sorpresa añadida, de esas que tanto me gustan.
La juguetería errante es una novela de detectives, pero no diría que es una novela de detectives al uso. Es divertida, y sus protagonistas absolutamente disparatados. Para que os hagáis una idea del argumento, os transcribo la reseña de la contraportada:
«Cuando el poeta Richard Cadogan decide pasar unos días de vacaciones en Oxford tras una discusión con el avaro de su editor, poco puede imaginar que lo primero que encontrará al llegar a la ciudad, en plena noche, será el cadáver de una mujer tendido en el suelo de una juguetería. Y menos aún que, cuando consigue regresar al lugar de los hechos con la policía, la juguetería habrá desaparecido y, en su lugar, lo que encontrarán será una tienda de ultramarinos en la que, naturalmente, tampoco hay cadáver (…)«.
Leer más»¿Fuma? Sí, un Jane Austen, por favor
- en mayo 10, 2014
- por Lady Hachi
- en General
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No es un chiste. Solo estoy intentando imaginarme en qué situación podría alguien haber sacado un cigarro puro con esta vitola.
El coleccionismo en torno a la figura de Jane Austen es muy amplio y diverso, pero me parece que esta singular vitola (que además tiene una errata en el nombre -Ansten-) tuvo que ser uno de los primeros objetos en dar el pistoletazo de salida a todo el merchandising en torno a la figura de la escritora, que ha ido creciendo sin control, sobre todo en los últimos tiempos.
La vitola forma parte de una serie de al menos 12, que es el número que venía en el lote que conseguí por menos de dos eurillos. Forma parte de una serie dedicada a «mujeres famosas», y aquí podéis ver el resto.
Así que, ya sabéis, fumar no está de moda, pero si alguien os ofrece un Jane Austen, no digáis que no.
¡Feliz día del libro!
- en abril 23, 2014
- por Lady Hachi
- en General, Mansfield Park
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Os animo a celebrar este día, que es de todos los que amamos la palabra escrita, acercándonos a Mansfield Park, la obra de Jane Austen que todo este año celebra su 200 aniversario.
«Sabía que Fanny era inteligente, que tenía rapidez de comprensión, así como sensatez y amor a la lectura, disposiciones que, convenientemente dirigidas, podían constituir una educación por sí sola. La señorita Lee le ensañaba francés y le hacía leer el trozo diario de Historia; pero él le aconsejaba los libros que le deleitaban sus horas de ocio, fomentaba su gusto y corregía su juicio; hacía provechosas sus lecturas comentando lo que ella leía, y realzaba su atractivo con elogios ponderados. En recompensa por tales servicios, ella le quería más que a nadie en el mundo salvo a William: repartía el corazón entre los dos». Mansfield Park, capítulo II.
No hay felicidad comparable a la de enamorarse de una historia y los personajes que le dan vida. Os deseo que os enamoréis así muchas veces durante toda vuestra vida.
¡Feliz día lectores austenitas!
Entre Otras Páginas: El pensionado de Neuwelke
- en abril 20, 2014
- por Lady Hachi
- en Entre Otras Páginas, General
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El pensionado de Neuwelke (José C. Vales, Editorial Planeta, 2013) es una de esas novelas que quise tener en cuanto la vi en una librería. Antes incluso de cogerla para ojear la sinopsis ya sabía que era el tipo de historia que me iba a gustar. La portada, en tonos grisáceos y negros, mostrando una verja que se abre, y al fondo el torreón del pensionado surgiendo de la lluvia y la niebla ya eran suficientes cartas de presentación para mí. Cuando la cogí de la estantería y le di la vuelta para leer la contraportada, no hice más que convencerme de ello. Dice así: «El pensionado de Neuwelke es la historia de una joven institutriz francesa aquejada de una rara y terrible afección que la convierte en una proscrita. Tras recorrer Europa huyendo de un implacable exorcista, la maestra llega al Pensionado de Señoritas de Neuwelke, en los gélidos y desolados parajes de Livonia. Allí, por fin, Émilie cree haber encontrado el sosiego y la paz que anhelaba: el propietario del colegio, los profesores, las damas de compañía y las alumnas, junto a un viejo y malhumorado jardinero escocés, conforman un paisaje humano en el que la amistad, la generosidad y la honradez se verán forzadas a luchar contra los celos, las ambiciones y el fanatismo. Una gran novela que rinde homenaje a la mejor literatura decimonónica«.
Leer más»Northanger Abbey y sus adaptaciones al mundo de la viñeta
Es curioso que, no siendo Northanger Abbey una de las obras más queridas ni populares de Jane Austen, sí fue la primera que dio el salto al mundo del cómic. Y lo hizo, no de la mano de Marvel, que hasta 2009 no publicó su adaptación de Pride&Prejudice, sino de Graphic Classics, que en 2007, dedicó su volumen nº 14 «clásicos góticos»..
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Un 25 de abril con Mansfield Park
- en abril 06, 2014
- por Lady Hachi
- en General
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¡Sí! Parece increíble pero Elizzy B no lo ha hecho una, ni dos, sino tres veces. Tras el éxito que supuso la quedada de Madrid el año pasado y el evento realizado en Casa del Libro de Málaga para celebrar el bicentenario de O&P, esta austenita infatigable vuelve a convocarnos de nuevo en Málaga, en Casa del Libro, para celebrar, redescubrir o descubrir (si aún no la has leído) Mansfield Park. ¡No puedes faltar! Ni tú, ni tu ejemplar de la novela, ni tu merienda.
Para más información, id pasando por el hilo que se ha abierto para este evento en El Salón de Té de Jane, donde Elizzy B, la promotora de todo, os podrá resolver todas las dudillas que os surjan.
¡Nos vemos el 25 de abril en Casa del Libro de Málaga, a las 17:30!
Pride & Prejudice: The Graphic Novel, por Campfire
No es desconocido el hecho de que las novelas de Jane Austen han tenido una gran adaptación al formato del cómic, habiendo sido las de Marvel las de mayor repercusión en el mercado. Desde que en 2009 publicó Pride ande Prejudice, han visto la luz sucesivamente Sense and Sensibility, Emma y Northanger Abbey. Podéis ver una buena crítica de las mismas en El Sitio de Jane , de la pluma de Elizzy B.
Sin embargo, y como parece ser que todo lo que Austen toca se convierte en oro, no han sido estas las únicas, ni las últimas adaptaciones.
La adaptación más reciente de una de las obras de Jane Austen al mundo de la viñeta es la realizada por la editorial Campfire. Su versión de Pride and Prejudice, ha sido recientemente publicada, a finales de 2013, con ilustraciones de Rajesh Nagulakonda. Es una edición que me ha sorprendido gratamente, empezando por su declaración de intenciones: «Para entretener y educar las mentes jóvenes, creando libros ilustrados únicos, que cuenten historias sobre valores humanos, aumenten la curiosidad en el mundo que nos rodea e inspiren, con relatos de grandes hechos y personajes inolvidables».
Su portada y contraportada son bastante seductoras:
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Entre otras páginas: Edmund Persuader
- en febrero 24, 2014
- por Lady Hachi
- en Entre Otras Páginas, General
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En 2009 se publicaba Edmund Persuader. A romance. Una extensa novela en dos volúmenes, que claramente pretendía llamar la atención de todas las austenitas, pero con una estrategia muy inteligente. En su página web podemos encontrar un apartado llamado If You Love Austen, en el que se dice: “La janeite (algunas veces llamada austenita) siempre desearía que hubiera más Austen. Lee las seis novelas publicadas varias veces, las novelas inacabadas, las Juvenilia, las cartas y biografías. Entonces comienza la inanición”. Tras pasar por secuelas, adaptaciones cinematográficas y obras con argumentos inspirados en Jane Austen la realidad se impone: No hay más Austen ni nada que se le parezca. Y ahí es donde esta novela se presenta como una historia ambientada en la época de Jane Austen, pero que no hace uso de sus personajes ni de sus tramas. Un libro con todos los ingredientes para gustar a una austenita, pero que no pretende ser Jane Austen.
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Un día de San Valentín con Sarah Tytler & Jane Austen
- en febrero 14, 2014
- por Lady Hachi
- en General, Mansfield Park
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Fue la señorita M.A. Greggain, la afortunada que lo recibió como regalo tal día como hoy, en 1881, según reza en la dedicatoria de la primera página:
«Para la señorita M. A. Greggain, con los mejores deseos. San Valentín, 1881. De W. H. C.».
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Etiqueta social en la época de la Regencia: qué hacer y qué no hacer en Sociedad.
- en enero 09, 2014
- por Lady Hachi
- en General
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Todos recordaremos el famoso pasaje de Orgullo y Prejuicio en el que el Sr. Darcy y la Srta Bingley detallan qué se necesita para ser una acomplished woman, una mujer realmente cultivada: «Debe tener un profundo conocimiento de la música, del canto, del dibujo, del baile y de las lenguas modernas; y, además de todo ello, poseer algo indefinible en su figura y ademanes, en el tono de voz y en la forma de expresarse (…), además de perfeccionar su intelecto con la lectura» (O&P, capítulo VIII). Pero, ¿qué hay de la etiqueta? ¿Qué necesitaríamos saber para no meter la pata en una reunión social? Leyendo una de las novelas de M. C. Beaton me encontré con un pasaje muy interesante en el que precisamente enumera todo ello, punto por punto.
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Ilustrando otros autores: Elizabeth Gaskell, Crandford y North & South
- en enero 02, 2014
- por Lady Hachi
- en General, Ilustrando otros autores
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Aunque abrí este blog con la intención de centrarlo en Jane Austen y las diferentes versiones ilustradas que se han hecho a lo largo de los años de sus novelas, también es verdad que «no solo de Jane Austen vive el buen lector», y hay otras autoras (y autores) a los que siempre me acerco con gran entusiasmo. Este es el caso de Elizabeth Gaskell. Si a Jane Austen la descubrí muy joven, con unos 15 años, a Elizabeth Gaskell (1810-1865) tardé en conocerla al menos otros 15 años más. Lo primero que leí de ella fue Norte y Sur, y me fascinó completamente: por los protagonistas – el señor Thornton bien podía medirse con el señor Darcy o el señor Knightley- , pero también por el reflejo de toda una sociedad en conflicto. El pulso de fuerza entre patronos y obreros, visto a la vez desde ambos lados (si bien con un peso mucho más solidario en la parte obrera y el vivo retrato de sus duras y crueles circunstancias) me dejó sin aliento de la primera a la última página. Luego vinieron Hijas y Esposas, Crandford, Mi Prima Philips, La Casa del Páramo, Los Amores de Silvia, y – ahora mismo y gracias a Editorial d’Época, Ruth. Tenemos la gran suerte de tener la obra completa de esta gran autora publicada en español y accesible a todos.
Siendo de entre todas sus novelas, Norte y Sur mi favorita, quise hacerme con alguna edición temprana -ilustrada- de la obra. Entonces descubrí que si realmente esta autora tuvo fama fue realmente por Crandford. Son muchas las ediciones ilustradas de Crandford, por diversos autores: desde Hugh Thomson, a Chris Hammond, o los hermanos Brock, por citar los más famosos. A continuación, como muestra, os dejo algunas de las ilustraciones de Hugh Thomson, en una bella edición de 1891:
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Entre otras páginas: El despertar de la señorita Prim y ¿Es el Sr Darcy el hombre perfecto?
Esta es la última entrada del año, un año en el que Orgullo y Prejuicio, en su bicentenario, ha sido el centro de atención por excelencia, así que ¿qué mejor forma de terminarlo que de la mano del Sr Darcy? ¿Cabe la posibilidad de que en exista un Sr Darcy en el mundo real? ¿Es realmente el hombre perfecto?
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¡Feliz Navidad!
- en diciembre 24, 2013
- por Lady Hachi
- en General
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Os deseo de corazón que tengáis unos días tan especiales que incluso a las plumas de vuestros escritores favoritos les hubiera sido difícil describir.
Sed Felices
Entre otras páginas: El Caso Jane Eyre
- en diciembre 09, 2013
- por Lady Hachi
- en Entre Otras Páginas, General
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Desde hace tiempo, me viene sorprendiendo, cuán a menudo la obra de Jane Austen es objeto de homenaje por otros escritores. Y no me refiero a modernizaciones de sus novelas, tipo El Diario de Bridget Jones, o a la incontable avalancha de precuelas, secuelas y retelling que no dejan de llenar el mercado, y no con poco éxito. No tenemos más que echar un vistazo al listado de traducciones al castellano de las mimas, para ver el interés que despiertan: la trilogía de Fitwilliam Darcy, un caballero, de Pamela Aidan; La Nueva Vida de Miss Bennet, de Colleen Maculloug; Crimen en Mansfield Park, de Lynn Shepherd; La Tercera Hermana o Presunción, de Julia Barret; o Muerte en Pemberley, de la ya consagrada P. D James.
No, no me refiero a este tipo de historias. Me refiero a aquellas obras que, siendo originales y valiosas en sí mismas, encierran en sus páginas pequeñas referencias, que son para mí una muestra de verdadera admiración y respetuoso homenaje a Jane Austen. Cada vez que encuentro alguna, no puedo evitar sonreír en mi interior, satisfecha, y agradecerle secretamente el regalo al autor. Por eso, he pensado dedicar este apartado a compartir con vosotros las diferentes sorpresas que vaya descubriendo en mis lecturas.
“¡Reconozco que no hay ningún otro placer como la lectura! ¡No hay nada que canse menos que un libro!”
Este fervoroso – y no menos insincero- elogio de la Señorita Bingley a favor de la letra impresa, es también una de las pocas declaraciones sensatas que el personaje hace a lo largo de todo el libro. Me hago eco de ellas para inaugurar este nuevo apartado, con una obra de Jasper Fforde.
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Merienda Austeniana: Málaga 14 de Diciembre
- en diciembre 09, 2013
- por Lady Hachi
- en General, Orgullo y Prejuicio
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Si eres de Málaga, o vives cerca, este sábado 14 de Diciembre no puedes perderte esta cita. Ahora que 2013 toca a su fin y se nos acaba el aniversario de Orgullo y Prejuicio, El Salón de Té de Jane nos ofrece la oportunidad de terminarlo por todo lo alto. Junto a Casa del Libro y Editorial d’Época nos ha planeado una merienda austeniana que de seguro satisfará a los paladares literarios más exigentes.
¡No te quedes con las ganas! ¡Te esperamos!
Philip Gough
- en octubre 06, 2013
- por Lady Hachi
- en General, Ilustradores
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Entre 1948 y 1961, la editorial Macdonald publicó, dentro de su serie Macdonald Illustrated Classics, las seis obras mayores de Jane Austen, además de la menos conocida Lady Susan y la inacabada The Watson. Todas ellas fueron ilustradas por Philip Gough, que realizó para cada una de ellas siete ilustraciones a color.
En 1948 vio la luz Emma; en 1951 Pride and Prejudice; en 1957 Mansfield Park, en 1958 -en un mismo volumen- se publicó Sense and Sensibility junto a Lady Susan y The Watson; y en 1961 – pero por separado- Northanger Abbey y Persuasion.
Precisamente en la introducción de este último volumen, según recoge David Gilson en A Bibliography of Jane Austen, se comentan las ilustraciones del artista, argumentando lo siguiente: » se dice que los dibujos de Hugh Thomson son demasiado victorianos en sus sentimentalismo para ajustarse al espíritu y periodo de las novelas, en tanto que el señor Gough ha demostrado ser un erudito del periodo de la Regencia, y muchos críticos han considerado que ha logrado transmitir la sutileza del humor satírico de Jane Austen«. Sin embargo, según menciona Gilson, también hubo otros críticos que consideraron que si Hugh Thomson había sido demasiado victoriano en su sentimentalismo, las ilustraciones de Philip Gough tenían también su propia carga de sentimentalismo, solo que esta vez inspirado por Rex Whistler (*) .
Que la obra de Rex Whistler tuvo su carga en las ilustraciones de Gough parece bastante evidente solo con comparar la portada que el primero realizó para el programa de mano de la adaptación teatral de Pride and Prejudice representada en el St James’s Theatre en 1936 y el frontispiece que Philip Gough realizó para Emma, por ejemplo. En ambos casos un querubín, arco en mano, revolotea a sus anchas por la ilustración. Además de la ambientación, los colores pastel…
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Ediciones españolas singulares
- en septiembre 15, 2013
- por Lady Hachi
- en General
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Quien busca, encuentra. Y esto es lo que una puede encontrar cuando anda a la caza y captura de ediciones de colección.
En 1940 se estrenaba Más Fuerte que el Orgullo, la versión cinematográfica de Orgullo y Prejuicio protagonizada por Greer Garson y Laurence Olivier. En esta edición en pasta blanda de 1944, publicada por Editorial El Molino, ambos actores ocupan la portada, ilustrados por la mano de Bocquet.
Joan Pau Bocquet Bertrán (Barcelona, 1904-1966), realizó numerosas portadas para las novelas de esta editorial, además de dibujar tebeos. En el interior, nos regala otra ilustración, tomada de otra escena de la película.
Son las únicas ilustraciones de todo el volumen, del que podemos destacar las floridas letras mayúsculas del principio de cada capítulo. Es inevitable también mencionar el penoso hecho de que la editorial incluyera a Jane Austen dentro de su colección Violeta, novelas «pensadas, escritas y editadas para la mujer»…Esta es la contraportada del volumen:
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17 de Agosto de 2013, el día en el que Orgullo y Prejuicio tuvo su Box Hill
- en agosto 25, 2013
- por Lady Hachi
- en General, Orgullo y Prejuicio
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El 28 de enero de este año inauguré este blog con mi primera entrada, en un homenaje personal al doscientos aniversario de Orgullo y Prejuicio.
Pero, para todos los admiradores de la obra de Jane Austen, el aniversario no terminó ese 28 de enero. Todo este 2013 es para nosotros motivo de celebración. A lo largo de estos meses se han podido ver en la red reuniones y homenajes de todo tipo en diversas partes del mundo. En España no queríamos ser menos, y gracias al buen hacer de tres damas con muy buen gusto y mejor organización, el pasado 17 de agosto, más de una veintena de austenitas españoles, junto con una inmejorable representación mexicana, tuvimos el placer de reunirnos para celebrar la publicación del libro que, de una forma u otra, ha significado algo importante en nuestras vidas. Gracias, Elizzy B, Dance With Ellie y Almudena por brindarnos la oportunidad de recrear nuestro particular Box Hill.
No, no me estoy equivocando de novela. Celebrábamos el nacimiento de Orgullo y Prejuicio, no de la singular Emma, pero en lugar de reunirnos en ningún baile de Netherfield, preferimos acampar en el Retiro, con nuestras cestas, nuestra ilusión y nuestro ejemplar de Orgullo y Prejuicio. Hubo quien quiso venir ataviada de época, y quien prefirió disfrutar de la velada de una forma más contemporánea (chicas listas, sentarse cinco horas en el suelo con un traje largo requiere de una preparación de la que las damiselas de hoy en día carecemos totalmente), pero todos acudimos al punto de encuentro con la expectación y el entusiasmo que siempre hace presencia en los momentos importantes. Este lo era. Fue un placer poner cara y voz a amigas que ya conocía gracias a los divertidos chats que Elizzy B organiza en El Salón de Té, y fue un placer conocer a gente nueva pero no totalmente desconocida, porque los gustos literarios unen mucho, y así pudimos comprobarlo en el rato que dedicamos a la lectura de una de nuestras obras favoritas. Tras la presentación del evento, todas por turnos leímos uno de nuestros fragmentos favoritos y comentamos cómo habíamos topado en su día con el libro. Si lo encontramos nosotras o fue Jane Austen la que nos encontró, qué significó, qué pensamos, cómo la hemos releído con el tiempo….Fue un intercambio de impresiones entrañable.
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Jane Austen en The Saturday Book
- en junio 23, 2013
- por Lady Hachi
- en General
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The Saturday Book se editó de forma anual desde 1941 a 1975, alcanzando un total de 34 volúmenes. Cada uno de ellos recogía una selección de artículos que trataban diversos temas de la vida artística y literaria británica. En ellos se publicaron ensayos, relatos cortos, poesía, artículos sobre ballet o música…
Además del interés que obviamente puede despertar su contenido, son libros estéticamente irresistibles para cualquier coleccionista y bibliófilo. Editados en pasta dura con sobrecubierta y presentados en una caja, en la que se veía la misma ilustración que en la portada. Las cubiertas son realmente llamativas, y sólo por ellas merece la pena tener algún ejemplar. Son volúmenes que además cuentan con gran cantidad de fotos e ilustraciones en el interior.
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Lex de Renault
- en abril 07, 2013
- por Lady Hachi
- en General, Ilustradores, Orgullo y Prejuicio
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Lex de Renault fue uno de los ilustradores de Orgullo y Prejuicio. Sus dibujos, no son ni mucho menos mis favoritos, pero no dejan de tener aspectos curiosos. Podéis encontrarlos ya en el apartado de galería, en su correspondiente entrada, que acabo de actualizar:
https://janeausten.es/portfolio/lex-de-renault/
Sus ilustraciones en blanco y negro me producen sensaciones encontradas: mientras que algunas poseen un aire antiguo que no deja de tener encanto, en otras ese toque se transforma en un estilo tan encorsetado que le lleva a presentarnos un Mr Bingley y un Mr Darcy que se asemejan más a la idea que tenemos de Mr Collins, que a la de dos atractivos caballeros.
Sus ilustraciones, o al menos la publicación de las mismas, son de principios del siglo XX. En 1908, la editorial Collin’s Clear-Type Press publicó dentro de la serie Collin’s Illustrated Classics, un pequeño volumen, encuadernado en tela o en piel, reeditado en 1930, con las ilustraciones de Lex de Renault. En 1933, estas mismas ilustraciones volvieron a utilizarse en la publicación de un volumen conjunto que incluía Jane Eyre, de Charlotte Brontë y Cranford, de Elizabeth Gaskell, con una introducción de John R. Crossland (datos tomados de David Gilson, A Bibliography of Jane Austen). Este volumen recopilatorio cuenta con varias reimpresiones, bastante atractivas, como esta encuadernada en tela rosa y la imagen de las tres autoras en las páginas de entrada:
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Baile de Blogs
- en febrero 23, 2013
- por Lady Hachi
- en General, Orgullo y Prejuicio
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Desde El Rincón de Jane Austen, parte esta estupenda propuesta. Un encuentro de blogs en el que Orgullo y Prejuicio es la invitada de honor. Así que, con el permiso de Jane Austen, me pido los dos primeros bailes con mi novela favorita para inaugurar esta fiesta tan especial.
¡Gracias Scarlett, por organizar y ser la anfitriona de este evento! Haced una visita a su estupendo blog y desde allí podréis seguir el recorrido por todos los salones que hoy dedican una entrada a la obra más querida de Jane Austen. En todos ellos se os mostrarán los pequeños tesoros que los austenitas hemos ido coleccionando y responderemos a las preguntas que Scarlett -la autora de El Rincón de Jane Austen– nos ha planteado sobre la novela.
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Sin límite de edad: Orgullo y Prejuicio, apto para todos los públicos
- en febrero 10, 2013
- por Lady Hachi
- en General, Orgullo y Prejuicio
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La ambientación está cuidada al máximo. En la primera ilustración, por ejemplo, vemos de fondo la primera página de la novela, haciendo sin duda un guiño a los adultos que comprarán el libro y que agradecerán que el inmortal It is a truth universally acknowledge forme parte del atrezzo
Érase una vez: Celebrando el 200 cumpleaños de Orgullo y Prejuicio
Quien ponga en duda que hay pasiones que duran para siempre, hoy debería preguntar a las legiones de fans que alguna vez cayeron rendidas ante el encanto de Orgullo y Prejuicio. 200 años y sigue seduciendo como el primer día. Para celebrarlo, os dejo aquí mi pequeño homenaje personal.
ÉRASE UNA VEZ (FANTASÍA PARA JANEITES)
Érase Una Vez, Libros Para Todas Las Edades Y Estados De Ánimo, convoca el concurso “Primeras Frases para Narrar con Estilo”. ¡Escribe la tuya y participa celebrando con nosotros nuestra próxima apertura! Contáctanos en adriana@eraseunavez.com.
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“Nadie la vio regresar a casa aquella tarde, desgranando pasos lentos de soledad y abandono”.
Si alguien tuviera que escribir mi historia, me hubiera gustado que empezara así.
Miss A.
Pd: Me encanta estar aquí.
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Creando Jane Austen Ilustrada
- en agosto 15, 2012
- por Lady Hachi
- en General
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Jane Austen Ilustrada es un proyecto que acaba de ver la luz y, como podéis comprobar si paseáis un poco por aquí, está aún muy en sus principios. Llenar todas las galerías con las ilustraciones correspondientes en cada caso será una tarea lenta. Espero, poco a poco, poder ofreceros todas las ilustraciones de los volúmenes que he ido coleccionando, y que el blog crezca según aumente mi colección. Ideas y ganas no me faltan, así que espero que disfrutéis la visita, tanto como yo estoy disfrutando con su creación. Sentíos libres de recorrer todas las galerías, entrar en todas las habitaciones, y revolver los cajones. No os sorprendáis si no lo encontráis todo en orden y hay cosas donde no deberían estar. Como he comentado, apenas estamos comenzando a amueblar este pequeño rincón, pero estáis en vuestra casa.
Por lo pronto ya podéis visitar el apartado A. Wallis. Mills en Northanger Abbey. Tengo debilidad por La Abadía de Northanger, así que mi pequeño homenaje ha sido comenzar con ella.
Y no os olvidéis de regresar de tanto en tanto para ver las novedades.